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Sobre ¿Oyes dormir a los helechos?, de Juan Pablo Rodríguez

✎ por Germán Carrasco / abril 2022

Fraterno del verbo fraterno estuvo ayer el lanzamiento del cuarto poemario de Juan Pablo Rodriguez Oyes dormir a los hel Ya maduren los duraznos o se pudra, un poeta dice pensar en el gusano. Ya sea tiempo de primavera y sensualidad o se trate de la decadencia de esta, el poeta seguía pensando en el gusano. El poeta piensa en la muerte cuya metonimia es el gusano que roe una fruta sensual como el durazno. Eso pasaba en el poema de Anguita. Por otro lado en La Medianoche Mistral dice sentir los nudos del rosal y cómo la savia sube empujando la rosa. Pero aquí se trata de helechos. Los helechos son muy dependientes de la humedad y la sombra. Su belleza no radica en una flor sino en cómo salen pequeñas ramas de sus ramas. Es sigiloso, le gusta pasar desapercibido y depende de la humedad, o sea del agua. Escuchamos respirar a los helechos /por sus bronquios diminutos/ el clasicismo de la lluvia /baraja la luz de todos los sitios/ una pelota de ping pong juega/ sola en el vacío /a lo lejos alguien se masturba con la mente/ ante un álamo como único testigo.

Una lengua hecha de helechos y haches mudas en la noche regurgita. Así comienza el poemario. Lo sigiloso y húmedo, lo áfono comienza a crecer vegetalmente en el poema. No el carpetazo, no lo exclamativo o declarativo sino una invasión lenta y leve de la natura. No la hiperventilada queja o el alarde chilensis, no el inmensismo ni la alharaca. El libro comienza con un dejo nonsense o culaquierista sobre unas gallinas, empieza con humor. No sé, ¿alguien se acuerda del libro, Materia de Eliminación de Aristóteles España? Es algo como eso, quizás España escribió ese libro para sacarse el peso de haber escrito sobre su prisión en Dawson, así como Neruda escribe el Estravagario para sacarse varios pesos de encima.

Medio cifrada, medio nonsense, medio flujo. Pero con una estocada camufleta, con una mostrada de armas medio como que no quiere la cosa entremedio del flujo. De lo contrario sería eso, puro flujo de líquidos por cañería y de electricidad por cables, sería nada, sería olvidable música ambiente o chill out escapista de los noventa. Por eso deja claro que hay que urdir una lengua de sabotaje y defensa, de lo contrario esto sería una enumeración de sílabas breves que eliminan la prominencia, la queja y el pathos, proyecto que siempre tiene sentido en un país que tiende a la exclamatividad y a la prepotencia verbal, al inmensismo y la desmesura, pura impotencia expresiva. Al contrario, dicen unos versos: más suspiros, menos apnea. Sin duda se hace necesaria una poética del suspiro y la voz baja, y la apnea es claramente la censura, la censura sobre la que se intenta legislar en la Nueva Constitución. Pero es difícil o imposible, no lo hicieron los tibios gobiernos de la Concertación que jamás han sido capaces de crear un aparato comunicativo que haga el peso a la prensa reaccionaria que, vengo diciendo hace años, le hizo imposible la vida a Cristina Kirchner y a varios otros. Dese el primer día de la administración Boric se desató una guerra bastante sucia que luego tuvieron que morigerar no por decencia sino porque la guerra sucia es castigada, de lo contrario habriá ganado la ultraderecha.

Quizás el poeta se refiera a eso con la apnea, quizás a ese oxígeno que debemos retener para no hacer ruido y para que no nos masacren. Apnea para gastar menos oxígeno todos los jugadores que estamos en la banca y que queremos hacer país y decir lo nuestro como artistas y entregar nuestros brazos como activistas y nos tienen ahí, encorsetados, con bozal. Para no caer en el baboseo melancólico, el flujo se interrumpe con humor: una joven metalera sueña/ ser maestra de escuela/ alguien lee Poema de Chile/ entre cannabis y helechos, alguien que vino solo/ desde Valparaíso en su peregrinaje hacia adentro/ alguien que recibe y responde/ al nombre Lucho. Sí, toma por momentos ciertas cosas de Ashbery o del Rosamel de Visión Comunicable. “Trato de sacarme ciertos dioses de la cabeza/ sus muecas me molestan/ no me dejan dormir tranquilo". ¿Si esto fuera pintura, cómo sería? Primero, se notaría la sonrisa del que pinta. Tendría animales, antes había urracas, ahora hay gallinas con nombres de señoras abeceuno. Hay por supuesto, panfletos metidos de contrabando como que no quiere la cosa, también con algo de cuento de hadas “páramo, pastizales, pastoreos y otros recursos han sido apropiados por la realeza. Jaque plebeyo al bosque real y protección del pasto común para todxs los acostumbrados a él”. Es esta una poesía desengrupida, contra la exclamatividad y la gravedad. Estos poemas son como ese vendedor que logra atender clientes que vienen con todo el malhumor y el veneno de la urbe. El vendedor les hace una llave de hai ki do verbal y los clientes que venían con ganas de pelear con la primera persona que encontraran, salen sonriendo de la tienda, bendiciendo el día. Habla en un poema de esa necesidad de subrayarse, de acentuar nuestros rasgos, ante la que el hablante mira asombrado, sin entender, es como cuando uno ve una especie de esmero histérico en vez del placer de dibujar por dibujar.

G.C.

Abril, 2022.


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